No resulta fácil diferenciar cuándo estamos pasando un mal día, e incluso, una mala racha y cuándo necesitamos pedir ayuda psicológica.
Todos pasamos momentos en nuestra vida en que nos viene bien una ayuda externa. La norma sería que, cuando nuestras forma habitual e intentos por solucionar un problema no funcionan y principalmente si algo nos produce sufrimiento, o interfiere de cualquier manera en el transcurso de nuestra vida diaria, nos conviene buscar ayuda psicológica.
Pon atención en estas situaciones o estados en los que podrías encontrarte; y que requerirían la ayuda de un profesional:
Si sientes que tu estado de ánimo ha bajado y predomina la tristeza, te sientes muy pesimista respecto a tu futuro y sus planes y/o tienes dificultades para realizar tareas cotidianas, incluso aquellas que parecieran muy simples.
Has tenido la intención de hacerte daño o has planificado hacerlo.
Cuando aparece el miedo en situaciones donde antes no lo había, te paraliza y limita tu vida cotidiana.
Frente a ansiedad frecuente y excesiva que no te deja funcionar bien y te bloquea.
Cuando llegas a un estado en que las emociones te desbordan de repente y no sabes cómo controlarlas, ni tampoco cómo explicarlo.
Cuando hay un consumo frecuente y excesivo de alcohol y otras drogas, o automedicación de fármacos para el ánimo o el sueño.
Si sientes que tienes problemas a la hora de relacionarte con otras personas y lo pasas mal en cualquier acontecimiento social.
Problemas de autoestima ya sea muy baja o muy alta y que afecta en tus relaciones personales, de pareja y vida laboral.
Tienes problemas con tu relación de pareja y sientes que más que hacerte feliz te hace infeliz.
Si tienes niños y a veces te sientes perdido y no sabes cómo relacionarte mejor con ellos.